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Una historia de Villa del Tránsito, Hoy Villa CURA BROCHERO

No era la hora de la siesta la que había vaciado las calles de San Pedro (oeste de Córdoba, zona de traslasierra) sino el miedo. Sólo una mujer rondaba en esa soledad: Lucía Cortéz. Llevaba las dos puntas de su delantal alzadas contra su vientre a modo de recipiente, y llamaba a la puerta de las familias más prósperas. Nerviosa, suplicante pero imperativa pedía a los vecinos dinero o cualquier objeto de oro o plata. Finalmente, cuando las tres de la tarde estaban a punto de sonar en el campanario de la Iglesia, aunque no había alcanzado a reunir todo lo exigido, corrió hacia la costa del río de los Sauces, donde su yerno estaba a punto de ser fusilado.

El sol desaparece detrás de los árboles. El cuadro que requisa en San Pedro ya está formado en la plaza, listo para disparar. El preso, un acaudalado comerciante, está sentado en el banquillo y con sus ojos vendados, esperando el minuto final.

Hacía ya cinco días que la huestes del Chacho Peñaloza estaban apostadas allí, manteniendo sitiado al poblado. Habían venido en busca de dinero, y para lograrlo, tomaron prisionero a PEDRO CUESTAS, el hombre más influyente de la región. Por eso, cuando Lucía Cortéz dejó caer los billetes que llevaba en su delantal, decidieron que con eso tenían suficiente, y entonces se marcharon liberando al detenido.

Corría entonces el mes de mayo de 1852, y el valle de traslasierra – tierra de comechingones - ya se había acostumbrado a oir el ruido de las tropas en marcha, luchando en aquella interminable guerra que dividía el interior del país con la altanera Buenos Aires.

Una descendiente de los dos protagonistas de esta historia, mientras se la narraba a un periodista de LA VOZ DEL INTERIOR en noviembre de 1996, le solicitaba: “Cuando escriba sobre el sitio a San Pedro aclare que fueron las huestes del Chacho y no el mismo Chacho Peñaloza, porque él no estuvo aquí. Yo soy muy chachista y no quiero que esa historia se confunda”.

Once años más tarde de este acontecer – en enero de 1863 – el mismísimo Pedro Cuestas, uno de los más respetados vecinos de la zona, programó una gran fiesta para celebrar la inauguración de su casa en San Pedro (pueblo muy cercano a Villa Dolores, oeste cordobés). La reunión fue todo un acontecimiento social que quedó grabado en la historia lugareña. Participaron, entre otras célebres personalidades, el entonces gobernador y luego presidente de la República, Miguel Juárez Celman, Ramón J. Cárcano y el cura José Gabriel Brochero, quien era uno de los mejores amigos de la familia Cuestas.

Lucha y Chela, descendientes de aquella valiente mujer que salvó a su yerno de ser fusilado - de 87 y 93 años respectivamente en 1996, época de este reportaje (17 años atrás) - aguardan ansiosas e ilusionadas que las gestiones a favor de la beatificación del cura Brochero lleguen pronto a feliz término para ver ese último milagro con sus propios ojos. Es muy intensa la pasión brocheriana que sienten las hermanas Cortéz, “fue un verdadero santo –afirman- y así quedó reconocido en el alma de todo el valle”.

ACOTACION: a los lectores

La presente nota contiene fragmentos del libro “Tradiciones del oeste cordobés” (su autor: Dr. Ernesto S. Castellano), y del artículo “SAN PEDRO, el pueblo que se quedó esperando el tren” (La Voz del Interior”, ciudad de Córdoba - Noviembre 24 de 1996).

El libro fue dedicado por su autor a mi marido, y el diario, hecho llegar por la misma persona, por un motivo especial: don Pedro Cuestas – aquel prestigioso vecino salvado por su suegra a punto de ser fusilado – fue el bisabuelo de Héctor Luis Cuestas, mi marido, el “pediatra de todos”, según la afectuosa definición de quienes, aquí, en Rojas, lo siguen recordando.

Y termino esta narración con dos preguntas: ¿nuestro bisabuelo habrá dicho alguna vez “no hay suegra como la mía”? ¿vivirá alguna de las hermanas Cortéz para “ver este último milagro con sus propios ojos?”

En ocasión de celebrarse este 14 de setiembre la beatificación del cura Brochero, me pareció lindo recordar esta historia de traslasierra, los pagos de Héctor Luis Cuestas, con quien contraje enlace, casualmente, un 14 de setiembre.

ADHELMA LEONOR SARMIENTO DE CUESTAS

 

 

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